Uno de
los procesos indispensables antes de la publicación de cualquier obra, es la
revisión del texto. No hay que confundir con la corrección (ortográfica u
ortotipográfica) ya que aunque puede sonar parecido no tiene mucho que ver. La
revisión consiste en leer el texto escrito, generalmente en forma de borrador y
comenzar a pulirlo con cierta objetividad y criterio.
Para
algunos autores este essu momento favorito. Cuentan que es como tener la
oportunidad de meterse en el papel de un lector casual, descubrir su propia
obra y sacarle brillo antes de presentarla al mundo. Lo ven como un privilegio,
una oportunidad de mejorar y también de hacerse autocrítica y evaluar sus
propios errores para enmendarlos.
Para mi
es un horror.
Para mi
revisar mis textos es como volver a escribirlos, como repetir un proceso
innecesario mientras me pregunto a mi mismo cómo puedo escribir tan mal y si
realmente eso va a tener arreglo. Es un momento en el que me pongo en la piel
de un lector cualquiera y siento como me entran ganas de enviarme un mail
cargado de amenazas. Un proceso en el que cada palabra que toco se me antoja
como un error garrafal y que cuando termino no puedo dejar de preguntarme si no
estaba mejor al principio y que posiblemente
habré empeorado la redacción. Es caer en un bucle infernal de inseguridad que
se alimenta a si misma y genera más inseguridad. Es ese instante en que me
pregunto qué hago aquí, qué pretendo con todo esto de escribir y por qué no me
habría dedicado a otra cosa como tocar el tambor o hacer volar cometas.
La
revisión es el principio y el fin de todo lo que parece estable en la vida y
puedo asegurar que no comprendo (y por lo tanto temo y odio a partes iguales) a
aquellos que lo hacen con una sonrisa en sus labios.
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