domingo, 27 de octubre de 2019

Acerca de expandir la creatividad



Hace poco vi anunciado en una red social un taller de escritura creativa que me llamó la atención, no por el taller en sí, sino por algunas características externas que he creído interesante comentar en voz alta.

En primer lugar debo decir que era un taller presencial, con lo que no quiero quitar valor de aquellos que se realizan online, aunque parece que eso le da cierta sensación de seriedad. En segundo me pareció curioso que no lo impartía un solo profesor sino que aparecían los nombres de al menos veinte escritores (todos desconocidos para mí, aunque eso no significa nada) que me hicieron pensar en la dificultad de impartirlo. Y no es que los escritores nos llevemos mal y nos odiemos entre nosotros, que algunas veces sí, pero por un tema puramente de estilo resultaría muy complicado llegar a un consenso para dar una clase con cierta coherencia. Y en tercero y último el precio del taller que ahora no logro recordarlo con exactitud, pero era bastante elevado tratándose de algo como “escritura creativa” que no proporciona más titulación que quizás un diploma simbólico de esos que da un poco de vergüenza colgar en la pared.

Por supuesto yo no soy nadie para juzgar ese curso ya que no conozco más detalles, ni asistí, ni nada más, pero el tema que me ha llevado a escribir esta entrada lo hallé ni más ni menos en los comentarios que generó el anuncio.

La discusión la comenzó una persona que afirmaba que un taller dedicado a la creatividad no era posible ya que se trataba de una característica intrínseca de algunos individuos y que eso no se podía enseñar. “Que alguien me explique como se puede enseñar a ser creativo” decía “o se es o no se es”. No podía estar más en desacuerdo, pero me abstuve de contestar ya que lo último que quiero en la vida es discutir vía redes con personas que no conozco, pero sí seguí el hilo para conocer la opinión de otras personas y me pareció bastante sorprendente. Entre comentarios sobre lo inapropiado del horario, lo elevado del precio y la pena de no haber contado con éste u otro autor, había mucha gente que apoyaba esa idea de que la creatividad no se puede enseñar y yo, de acuerdo solo en un ápice de la frase, voy a contraatacar aquí.

La creatividad no se puede enseñar, es cierto. Tratándose de un concepto algo abstracto y difícil de medir resulta muy complicado hacer nada con ella que resulte tangible y satisfactorio. Pero a pesar de eso sí se puede “despertar”, “estimular”, “expandir” y “desarrollar” entre muchas otras ideas. Ideas, repito, porque como he dicho hace nada, no tenemos forma de saber si esas enseñanzas surten efecto o no, más que siendo uno de los alumnos y comprobándolo en nuestras carnes.

Todos somos creativos en mayor o menor medida, eso es un hecho igual que el que todos tenemos la capacidad de nadar aunque algunos nos ahoguemos en un charco. ¿Se puede aprender a nadar? Si. Aunque en el caso de desplazarse por la superficie del agua tenemos un acto físico y tangible. Se ve a la legua quien sabe nadar y quién chapotea desesperado mientras engulle litros de agua, algo que la creatividad no nos proporciona. Pero todos tenemos esa capacidad y realizar algunos ejercicios de concentración, desarrollo y sobretodo estimulación a base de práctica ayudan a mejorarla, sin duda.

Por eso quiero decir, ya como colofón final antes de meterme en mi cueva de nuevo, que todos aquellos que duden acerca de si la creatividad se puede enseñar/ aprender, traten de participar en algún taller, quizás no tan caro y pomposo como el arriba descrito, ya que intentarlo no cuesta casi nada y a veces que a uno le hagan cambiar de opinión sobre un tema como este resulta doblemente edificante.

Amor de primate. Una breve novelita de muy pocos megabytes.

Hay quien dice por ahí que los buenos tiempos del papel ya han llegado a su fin; que entre pdfs, kindles, podcasts y audiolibros, el libro t...