miércoles, 26 de diciembre de 2018

Escribir es ingrato


*




Quizás el título de esta entrada pueda sonar un poco duro a priori, pero ahora mismo no se me ocurre otra forma de empezar, ya que ayer asistí a unas jornadas de autoedición y salí de allí con la moral más bien baja. Pero os pongo en contexto:

Yo soy un autor independiente que escribe lo que le gusta y lo publica sin ayudas externas de editoriales o medios de comunicación. Tal hazaña, por llamarlo de alguna manera ya que de heroico no tiene nada, implica que tengo el paso vetado a los lugares en los que normalmente se promocionan los libros (véase Fnac, Casa del libro, la mayoría de librerías y ferias del libro tradicionales) ya que para acceder allí es necesario hacerlo bajo un sello editorial (aunque sea de los llamados “de autoedición” como Letrame, Punto Rojo etceterísima…) y por ello si quiero que mis libros lleguen al público me tengo que buscar la vida presentando en centros culturales, bibliotecas y asistiendo a ferias independientes… como la de ayer.

El evento consistía en una serie de actividades (charlas, talleres, cuentacuentos) además del mercadillo de autores en el que estaban dos de las quizás más importantes asociaciones de escritores de la provincia. En total unas veinte personas entre escritores, dibujantes y artistas varios esperando a que llegara gente a la que poder ofrecerles nuestras obras… pero esto no sucedió. La afluencia de público fue tan escasa que tuvieron que suspenderse todos los talleres y la mayoría de autores nos largamos antes de que terminara, algunos por dignidad y otros por tener cosas mejores que hacer que estar sentados mirando el móvil. Veinte personas que tenían expuestos trabajos que les habían llevado años de trabajo, dinero invertido e ilusión, convertidas en estacas expectantes de un público potencial que no llegaba. Veinte personas mirándonos a las caras, animándonos, explicándonos qué hacemos y en qué creemos… Pero eso no es suficiente.

Si escribimos es para mostrar nuestro trabajo al mundo, para expresarnos, para sacar a la luz ideas e historias y compartirlas. ¿Ganar dinero? ¿Ser famosos? Esto puede formar parte de los sueños de algunos, pero por lo general todos queremos ser leídos y cosas como lo de ayer hacen que ese humilde objetivo quede en nada. ¿Y si no tenemos lo mínimo, que nos queda?
Nos queda dejar las ganas a un lado, seguir con nuestros trabajos convencionales sí remunerados y recordar estos días con un “al menos lo hemos intentado”, relegar la literatura a blocs de notas, posts en redes sociales y distracciones en tardes tediosas. Nos queda perder la fe en lo que hacemos, lo que somos y lo que queremos ser. Nos queda dejar la pluma a un lado (léase teclado) y dedicarnos a otra cosa que quizás nos llene menos pero también nos entregue menos frustración. Nos queda convertirnos en aquello que no queríamos ser cuando empezamos a escribir.

Y reconozco que es difícil no ceder. Es complicado no dejar a un lado proyectos e ideas para abandonarse al la comodidad de la rutina, la televisión, los videojuegos y el deporte regular. Es todo un reto a veces ponerse delante de la pantalla y abrir el word en lugar del facebook, ponerse a pensar y no a dejarse llevar por ocurrencias ajenas. Es difícil seguir escribiendo porque escribir es ingrato (¿Lo había dicho ya?) y aquí todos necesitamos nuestro pedacito de pastel, por pequeño que sea, para seguir adelante sin amargarnos.

*no he podido localizar al autor o autora de esta foto, así que ruego perdone que no le mencione.

2 comentarios:

  1. Mucho ánimo. Es difícil y se juntan con unos días complicados.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí. Está claro que no son fechas para ferias ni cosas así. En fin, la experiencia nos hará sabios.

      Eliminar

Amor de primate. Una breve novelita de muy pocos megabytes.

Hay quien dice por ahí que los buenos tiempos del papel ya han llegado a su fin; que entre pdfs, kindles, podcasts y audiolibros, el libro t...