El pasado viernes acudí a la Librería Farándula, de Novelda para realizar la segunda
presentación de mi libro, en lo que esperaba que fuera un ambiente distendido y
familiar pero que a la vez me permitiera darme a conocer a personas fuera de
mis círculos. Debo decir que a diferencia de la vez anterior en la que me
presenté casi sin previo aviso al lugar, ésta vez llevaba detrás una pequeña
campaña de márquetin a base de entrevistas en radio y televisión local, así
como cartelería y difusión en redes sociales, además de contar con que La
Farándula es una librería con gran reconocimiento a nivel provincial y casi me
atrevería a decir que nacional.
Aparecí
por allí un buen rato antes para familiarizarme con el entorno y respirar
hondo, momento que aproveché para tener una pequeña charla sobre el mundillo
literario con Augusto, el propietario del local, un hombre de apariencia seria
pero jovial y muy hablador. Y debo reconocer que la conversación me resultó
cuanto menos desmoralizadora. Yo tenía bastante claro que el mundo editorial
tradicional estaba encontrando en internet un gran rival y que ello sumado a la
proliferación de pequeños editores así como autores independientes, entre los
cuales me hallo, estaban obligando a las grandes editoriales de toda la vida a
adaptarse no con pocas dificultades. Lo que no tenía ni idea era que algunas de
estas editoriales (Planeta, Anaya, etc…) estaban sumidas en verdaderas crisis,
reduciendo plantilla, cerrando chiringuitos aquí y allá y realizando maniobras
desesperadas para subsistir, perjudicando con ello, como no, a las pequeñas
librerías.
Un panorama nada halagador para las
librerías ni para los que como yo, preferimos elegir un libro aconsejados por
el criterio de los profesionales del sector a acudir a los carteles de “Top
ventas” del Carrefour. Pero se hacía tarde, la gente empezaba a llegar y era
hora de posicionarse.
A las
ocho y media en punto comenzó a entrar gente en el lugar. Reconocí a
familiares, amigos, familiares de amigos y amigos de familiares, pero me
sorprendió mucho el ver que al empezar la presentación no había ninguna cara
desconocida para mí. El lugar estaba lleno de una forma más que aceptable, con
casi todas las sillas ocupadas pero con un enorme vacío en el lugar que debería
haber sido completado por personas convocadas por los medios. ¿Realmente nadie
se había fijado en los carteles, la tele, las redes sociales..? ¿Realmente la
literatura, incluso la de un autor desconocido atrae tan poco al público? Sentí
cierto desánimo ante tal hecho pero tampoco estaba dispuesto a dejar que eso me
afectara y comencé con lo mío.
Había
preparado una presentación atípica, de pie en lugar de sentado, sin presentador
y sin un guion escrito sino un esquema con puntos sobre los que improvisar. No
era la primera vez, así que confié en salirme con la mía y empecé hablando de
astronomía y de la probabilidad de extinción de la raza humana por la colisión
de un asteroide y con ello el sentido que tenía preparar concienzudamente la
presentación de un libro. Quizás me pasé porque lo que pretendía que fuera
gracioso desconcertó un poco al público que no sabían qué cara poner. Luego
pasé a los agradecimientos, en un tono más formal y a mi auto presentación, de
nuevo en tono humorístico y que arrancó las primeras carcajadas de la
audiencia. La cosa comenzaba a funcionar, los nervios se dispersaron y seguí a
lo mío, intercalando momentos de humor con temas serios, la lectura de una
poesía por parte de mi hija de siete años y explicando anécdotas que poco
tenían que ver con el libro pero que entretuvieron a los asistentes hasta el
final.
Cuando
todo acabó recibí un aluvión de felicitaciones más dedicadas a lo inesperado
del evento que a mi talento personal para ello, pero que me resultaron
halagadoras hasta un punto peligroso, ya que cuando a uno le hinchan demasiado
el ego corre el riesgo de perderse por las nubes. Pero la emoción duró lo
justo, firmé algunos ejemplares vendidos y me retiré con la satisfacción de
haber dado lo mejor de mí y haber recibido a cambio lo mejor de un público
escaso pero más que suficiente.
Ojalá
se repitiera pronto, o más tarde, pero pudiera tener la ocasión de volver a
empuñar el micrófono y poder abrirme ante el público ya que resulta una
experiencia sumamente liberadora en muchos sentidos. Y ahora, como cierre voy a
copiar la crítica que me hizo Augusto como crónica de lo que había sido el
evento ya que me resultó realmente emocionante.
“Hay
noches en las que una chispa inesperada prende en el espacio de nuestra
librería iluminándola de una magia especial.
La
presentación esta noche del libro de Josep Casanova, "Textos de
mediocridad e hiperrrealismo" nos ha sorprendido y encantado.
El
propio autor del libro ha sido el presentador de su obra. No ha necesitado a
nadie más para hacerlo. Habría ensombrecido la ingeniosa y divertida manera con
la que lo ha hecho. Josep Casanova, no sólo es un escritor en ciernes con un
talento que si quiere le hará llegar lejos, es también, si decidiera ponerse a
ello, un monologista dotado de un humor fino e inteligente que arranca la
carcajada fácilmente, aunque dejando un poso de maliciosa ternura.
Os
invitamos a sumergiros en la lectura del libro de Casanova.
"Textos
de mediocridad e hiperrealismo", os sorprenderá, os entusiasmará, os
convencerá.
No
tenéis nada que perder y mucho que ganar.”
Me encantáis tú y tu sinceridad y Augusto y la suya. Touché!.
ResponderEliminarY siento, por lo que me toca, el poco poder de convocatoria. ¡Que no merme moral ni nada!. Eres genial y debes seguir compartiendo esos destellos de luz directos tan disfrutables.
Muchas gracias por los animos y el apoyo prestado Maje. Voy a ver qué me depara el futuro con todo esto y no, no voy a decaer por estas minucias.
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