El
día del libro siempre ha sido una fecha especial, como lector y
también por mi afinidad con cierta librería ya desaparecida de mi
localidad natal, a la cual tuve oportunidad de ayudar con el tema
preparativos de una fecha tan señalada y complicada. Pero aparte de
todo esto, este Sant Jordi de 2017 ha representado algo mucho mayor
para mí al tratarse del primer año en el que acudía como autor,
invitado por una librería local (la sustituta de la nombrada
anteriormente) para firmar ejemplares y promocionarme un poquito.
Pero casi mejor me dejo de introducciones y voy al grano.
Mi humilde rinconcito |
“Espai
cultural Guaix” es una librería atípica, ya que posee también
una sección de cafetería creada con la intención de incentivar la
lectura aprovechando la adicción a la cafeína que la mayoría de
nosotros sufrimos; desconozco si es un formato habitual en grandes
ciudades pero desde luego en el pueblo es la primera vez que veo algo
así. Una vez allí fui atendido por su responsable, la cual fue
capaz de prestarme algo de atención a pesar de lo atareado del
momento, montando mesas y atendiendo a los primeros clientes. Y no
estuvo mal la mañana, en la que me encontré con viejos amigos y
conocidos, vendí algunos libros y sobretodo, pude hablar de este
bonito mundo de la literatura con personas, como no, mucho más
experimentadas que yo.
Nada más llegar, compartí mesa con Vicent Pellicer, un
escritor-poeta-fotógrafo (no sabría como definirlo) con muchos
libros y experiencia a cuestas y que supo darme buenos consejos sobre
como empezar con mi “carrera” en esto de la escritura. Más tarde
apareció Marina Pallás, periodista y escritora con quien me sentí
muy cómodo (no sé que tienen los periodistas que cautiva tanto) y
pudimos charlar sobre lo que escribimos y hacemos en la vida.
Aquí ya empezaba a dolerme el brazo de tanto dedicar libros |
Después
de comer tocaba cambiar de escenario y las chicas de la librería
Viladrich (una de las más veteranas me atrevería a decir que de
todo el país) me hicieron un hueco para que me colocara con mis
libros a pesar del lío que tenían montado. Y es que la plaza del
castillo, que era ese nuevo escenario, era un hervidero de gentes
ávidas de literatura, puestos de venta y autores ambulantes con
mochilas llenas de libros. Una vez allí reconozco que me sentí un
poco insignificante, pues descubrí que ser un autor independiente y
desconocido en medio de una feria del libro (incluso una pequeñita
como aquella) es como ser una piedra en el fondo de un barranco, de
noche y lloviendo: nadie te ve. Pero como solo se vive una vez, no
somos nadie y cuando crees que me ves hago chas, decidí levantar el
culo de la silla y ponerme a repartir tarjetas a cuantos incautos se
me acercaran. Libros no vendí demasiados, pero mi nombre, el de mi
libro y mis direcciones web están en más de cincuenta carteras y
bolsos de todo el pueblo.
Finalmente,
y después de varios encuentros adicionales e inesperados con viejos
amigos, recogí mis cosas y me marché, aprovechando para pararme a
hablar con Rafel Durán, una autor local y también editor que lo
está petando con “Pau” una novela de temática erótica la cual
tuvo el detalle de cambiarme por mi libro y de la cual tengo pensado
hablar en breve. Y no solo nos intercambiamos libros como futbolistas
camisetas, sino que hablamos de cosas interesantes, entre ellas la de
editar juntos mi próximo libro, lo cual vista la calidad de su “Pau”
me llena de ilusión y me da más fuerzas para seguir adelante.
Y ya como resumen final: Un gran día. Inolvidable por muchos
aspectos y que espero que no sea el último.
No hay comentarios:
Publicar un comentario