Al igual que en el anterior
avance, éste "El incidente de Belén" es una revisión de
un clasico como es la aparición de los tres reyes de oriente en el
portal de Belén que he decidido ampliar añadiendo algunas cosas de
mi cosecha como artes marciales, viajes en el tiempo y terribles
maldiciones. Espero que el resultado final guste y aquí queda este
pequeño fragmento.
"La
muchacha se dejó caer boca abajo en la cama. Su cabello rubio se
había pegado a su cara con el sudor. Estaba agotada. La escena se
había alargado más de lo previsto y además su compañero no le
había dado tregua. Tenía la piel blanca como la nieve y ésta
estaba cubierta de pequeñísimas gotas de sudor que brillaban bajo
la luz de los focos. Giró la cabeza y se incorporó ligeramente,
movió el trasero hacia un lado y, dejando ver uno de sus generosos
pechos, miró directamente al hombre que de pie junto a ella se
colocaba un albornoz. Era Sam, la nueva estrella del cine para
adultos; alto, fuerte y con la piel negra como el carbón; su miembro
seguía semi erecto y le colgaba hasta las rodillas demostrando que a
veces, algunos tópicos raciales son ciertos.
—¿Te
he hecho daño? —le preguntó Sam a la muchacha.
—Sabes
que puedo con esto y con mucho más —respondió ella señalando con
la vista a su entrepierna antes de echarse a reír.
Sam
sonrió al ver que todo había ido bien y salió del decorado
abrochándose el albornoz para meterse en su camerino. Había llegado
hacía relativamente poco a los Estados Unidos pero muy pronto se
interesó por la industria del cine x y decidió instalarse en
Silicon Valley, justo al ladito de Hollywood donde los sueños se
hacen realidad; tras unas cuantas apariciones en películas del
montón, estaba rodando la que sería su mayor éxito: “Tócamela
otra vez, Sam”, destinada a convertirse en un gran clásico a la
altura de “Garganta profunda” o “Debbie does Dallas”.
Estaba
aseándose para la siguiente escena cuando un mensajero le trajo una
carta extraña; en el interior de un sobre ordinario de correos había
otro, y otro y otro, cada vez más antiguos hasta revelar una nota
escrita a mano en un pergamino amarillento. Sam la leyó con interés
pues iba dirigida a un tal Baltasar, y hacía más de dos mil años
que nadie se dirigía a él con ese nombre.
—Treinta
minutos para rodar, Sam —le interrumpió alguien desde la puerta.
—Creo
que tendremos que rodar la última escena ahora mismo —respondió
él—. He quedado con un viejo amigo. Aunque me temo que van a ser
dos."
NOTA:
Este relato, en versión borrador, fue publicado hace unos años en
mi blog "El día del testículo". En el libro "La
onomatopeya del ladrido y otros relatos pulp" estará la versión
corregida, revisada y reescrita.
Tot un clasic del testiculo
ResponderEliminar¡Ostras, será interesante ver como ha evolucionado la historia! Y eso que algunos la vimos nacer y crecer...
ResponderEliminarMe gustó en el Blog... Me gustará en el libro.
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