La
primera vez que participé en un concurso literario fue hace casi veinte años.
Recuerdo perfectamente cuando le comenté mis intenciones a Clara, mi mentora y
guía en este mundo y como ella desde detrás de la mesita que hacía de mostrador
en su pequeña librería de estanterías abarrotadas me decía eso de “Adelante,
pero no te desmoralices si no ganas, que hay mucho concurso amañado ahí
afuera”. Tal idea me resultó realmente chocante. “¿Concursos literarios
amañados? Imposible.”, pensé. Y es que para mi la literatura era ese campo
sagrado, intocable, incorruptible, y pensar en trampas o malas prácticas era
como rebajarlo a la altura del fútbol o similar. Cuánto me quedaba por ver…
La
cuestión es que empecé con buen pie. El primer concurso en el que participé,
que era un certamen literario con cierta trayectoria, quedé finalista con un
relato que veinte años después rebautizaría como “De motores y monjas” y
añadiría a mi primer libro “Textos de mediocridad e hiperrealismo”. No recuerdo
si llegó a publicarse en una antología con varios cuentos seleccionados ya que
en esa época mi acceso a internet era muy limitado y debía hacerlo vía pedir
favores a algunos amigos que si estaban conectados. La cuestión es que tal
posición me animó a seguir participando con asiduidad, quedando finalista, seleccionado
o mencionado honrosamente en algunos casos o fuera de juego en muchos otros.
Recuerdo que una vez me llamaron de una editorial para publicarme un relato en
una antología, oferta que rechacé por ese orgullo juvenil del “quiero mi propio
libro” el cual no me reprocho. Otra vez me publicaron un microrrelato en una
recopilación de otro concurso… Era bastante optimista en esa época acerca de
mis posibilidades de ganar alguna vez, pero no tardé en desengañarme.
El
primer paso hacia esa decepción sucedió cuando empecé a leer los relatos
ganadores de los concursos a los que participaba. Muchos de ellos parecían
seguir un patrón más que ser obras completamente originales. Básicamente habían
tres temas que se repetían en un gran número de relatos ganadores: Padres o
madres con alzhéimer, niñas abusadas sexualmente por sus progenitores y
violencia de género. ¿Temas de moda? ¿Recurrentes simplemente? ¿O acaso el
jurado de estos concursos iba en busca de este tipo de relatos para justificar
sus decisiones? En cualquier caso me negué a pasar por el aro y seguí
escribiendo libremente.
El
segundo caso y quizás el mas descarado fue cuando participé en un concurso de
una ciudad cuyo nombre no quiero acordarme (de hecho no me acuerdo) y que
celebraba un certamen literario a nivel local hasta que un año decidieron
convocarlo también a través de internet. Según una nota de prensa enviada por
el mismo ayuntamiento, se habían visto desbordados por la avalancha de obras,
pasando de un centenar como era habitual, a varios miles de ellas llegadas de
todas partes del mundo. Debido a ello el fallo del jurado se demoraría unas
semanas más. Todo muy coherente hasta que se anunció que el ganador había sido…
un joven de esa misma localidad. Y cuidado que no pongo en duda el talento de
esa persona (de hecho nunca llegué a leer su relato) ni la honradez de ese
jurado, pero… La cosa me hizo sospechar un poco. A pesar de eso hubo un último
intento. Y termino ya.
Tenía
25 años ya cuando participé en un certamen que se celebraba en la población de
Muro de Alcoi. Como tantas otras veces fui seleccionado como uno de los
finalistas y se me envió un correo explicándome las condiciones para optar al
primer premio. A primera vista me pareció cuanto menos, rocambolesco. Al
parecer se iba a celebrar en la localidad algo llamado “cena literaria”, lo
cual a oídas de un escritor en ciernes puede sonar muy romántico, pero que no
deja de ser una cena con completos desconocidos, en la cual se anunciaría el
ganador. Es decir, iríamos a cenar todos juntitos y en algún momento de la
misma el anfitrión se levantaría y anunciaría solemnemente el nombre del
afortunado. Pero había una condición: Si el ganador no había acudido a la cena…
se le revocaría el premio y éste pasaría a manos de otro de los finalistas.
¿Cómo? Entonces el mérito de ganar no estaba tanto en la calidad del escrito si
no en la presencia el día de la entrega de premios. ¿Y si no estaba allí el
ganador? ¿A quién le daban el premio de entre los finalistas? ¿Habrían
elaborado un ranking con un top-30? ¿Lo seleccionarían al azar? ¿O es que ya
tenían al ganador seleccionado de antemano y sabían que éste sí iba a acudir a
la cena? Esta última opción fue la que me pareció más pausible, teniendo en
cuenta además que el precio del cubierto era de 40€ por persona. A ver si iba a
ser todo ese asunto del certamen literario un negocio pactado con el del
restaurante e íbamos a ser los pobres finalistas los que pagáramos no solo la
cena si no también el premio del ganador… Por supuesto no acudí a esa cena. Ni
volví a participar en ningún otro concurso. Hasta ahora.
Decir
que me alegró el día seria una inexactitud. Fue mas bien como quitarme un peso
de encima y arrojarlo sobre cierto restaurante de Muro, reduciéndolo a
escombros. Recuperé la fe en las personas que creen en esto como una simple
afición, pero que merece ser tratada con respeto y seriedad. Es por ello que os
invito, oh escasos pero abnegados lectores a echar un vistazo a la página de
Historias Pulp (podéis encontrar un acceso aquí a la derecha si estáis leyendo
esto en formato web) y disfrutar de cuanta literatura en ella se expone.
¿Un
consejo para los que estéis pensando en participar en este tipo de certámenes?
Por supuesto: Adelante, pero no os desmoralicéis si no ganáis, que hay mucho
concurso amañado ahí afuera.
Sí, ya
sé que no es mío, pero es un gran consejo.
Finalmente, si queréis leer los relatos participantes en este certámen, los podéis descargar aqui.
O incluso escucharlos directamente en la audiorrevista aqui.
Pues aunque suene algo vacío, enhorabuena por ganar el certamen.
ResponderEliminar¿Vacio? Para nada. Lo llevaré con orgullo.
EliminarNo conocía esa faceta de los concursos.
ResponderEliminarYo participé en uno y lo gané a la primera, así que decidí no participar en más para no estropear la media😀
Fuera de bromas, se presentaron pocos relatos y creo que gané por ser el menos malo. Después de aquel no hubo más ediciones.
Si un concurso e shonesto, siempre gana el menos malo, independientemente de lo buenos que sean los relatos. Enhorabuena por la victoria y por la decisión, no sencilla, de retirarte.
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