A
menudo me encuentro con personas que se muestran muy interesadas en lo que
escribo o leo y me preguntan sobre qué escribo o de qué va eso que tengo en las
manos. Son preguntas sencillas que sin embargo, a veces resultan difíciles de
responder debido a los matices que existen dentro de un mismo género, pero
siempre, o casi siempre, me parece detectar cierta decepción cuando pronuncio
la palabra “ficción”. Sé que no es algo generalizado, pero hay mucha gente que
lo consideran un género inferior y hay quien incluso me responde con cierta
soberbia que lo que a él/ ella le gusta es la historia o, en su defecto, leer
biografías de personajes históricos. No suelo responder, pero sí me hace pensar
en que todavía estamos muy condicionados por lo que nos han definido como
“ficción” y “realidad”, así que voy a hacer un pequeño apunte sobre estos
términos.
La
ficción está en todas partes. Los libros de historia están llenos de ella.
¿Habéis oído alguna vez la frase “la historia la escriben los que ganan las
guerras”? Pues tiene mucho más sentido y es mas literal que lo que algunos
piensan. La historia que estudiamos en el colegio es pura ficción; es una
novela basada en hechos reales que ha edulcorado y maquillado tanto la realidad
que ha dejado de serlo. Recuero ahora mismo un artículo que leí hace poco sobre
el Cid Campeador, ese héroe cristiano que expulsó a los moros de España y se
convirtió en el mayor héroe patrio del cristianismo. Según ese artículo escrito
por un historiador neutral (y que conste que no he podido contrastarlo ni
asegurarme de su veracidad, pero lo uso como ejemplo por el contraste con la
historia oficial), el Cid fue el líder de una banda de mercenarios sin moral ni
escrúpulos que alquilaban sus servicios al mejor postor, luchando contra moros y
cristianos por igual. Según decía tal artículo, el Cid habría matado a más
cristianos que moros pero una casualidad temporal le situó en el bando
cristiano en el momento adecuado y se convirtió en el héroe que hoy conocemos.
Otro
ejemplo de ficciones camufladas son, como he dicho antes, las biografías que
nos muestran las vidas de personajes de toda índole cargadas de aventuras,
sabias decisiones y frases que hacen historia. ¿Debemos creérnoslo? Por
supuesto que no. Me niego a creer que alguien como Albert Einstein, que era un
matemático que según dicen siempre vestía igual para no perder tiempo pensando
qué ponerse y así estudiar más, tuviera una vida emocionante. ¿Y porqué
inventarse la vida de los demás? Muy simple. Para dotarla de atractivo y que el
mundo se interese por ella. Y así, en ambos ejemplos, sea El Cid o Einstein, es
necesario escribir ficción para hacer de sus existencias algo más allá de lo
mediocre.
Yo
escribo ficción. Y lo hago por que soy un mal escritor y se me da mejor
inventar historias que escribirlas. Tratar de documentarme y transformar algo
aburrido como la vida de un matemático en una lectura interesante me resulta
imposible. Pero contar historias es sencillo, una vez creadas. Y no dejo de
preguntarme qué sería de la humanidad sin la ficción, ya no solo a nivel
entretenimiento sino también en lo que representa nuestra cultura y, porqué no
decirlo, la evolución de nuestra especie. Y aunque no quiero alargarme
demasiado con este tema, creo que es necesario indagar en este tema.
Estoy
seguro de que los hombres de las cavernas basaban buena parte de su tiempo
libre en la ficción. No me creo que unas gentes que vivían en cuevas y se
juntaban junto a una hoguera todas las noches no crearan historias fantásticas
para entretener a los suyos a la espera de que se inventara la televisión.
Imagino cacerías trepidantes, seres gigantescos y recuerdos ficticios de
grandes cazadores legendarios. Estoy seguro de que el ser humano evolucionó,
creció y se expandió en parte gracias a estos cuentos que alimentaban la
imaginación y las ansias de ser mejores y llegar más lejos. Y a partir de ahí,
la ficción no solo fue un entretenimiento sino que se asimiló como parte de la
vida misma, fundiéndose con la realidad. El amor, la religión… Ficción
encarnada en nuestra cultura y nuestro ser para elevar nuestras existencias más
allá de lo que en realidad somos, que no es otra cosa que monos sin pelo que
han perdido el norte.
Y no
quiero alargarme más. Sólo decir para terminar que escribir/ leer ficción es
importante, pues nos hace soñar, nos abstrae de nuestra cotidianeidad y quien
sabe, quizás sirve para aportar nuestro granito de arena en la historia
universal de los humanos del futuro.
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