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La Biblioteca Sebastiá Joan Arbó. |
Por lo general
después de realizar cierto tipo de eventos como charlas,
presentaciones o híbridos de ambas como ha sido este último caso,
dejo pasar algunos días antes de escribir mis impresiones y por lo
general acabo no haciéndolo o descartándolo al dejarme llevar por
mi habitual derrotismo.
Y esta última
actividad a la que llamé “Deconstrucción de un relato”
pretendía servir como presentación de mi última publicación
además de como toma de contacto para algún público que todavía no
conociera mi puesta en escena, que queda bastante lejos de lo que
suele ser habitual. Pero desgraciadamente ese público no apareció.
Elegí sin
saberlo el peor día posible para hacerlo ya que coincidía con
carnavales y el pueblo bullía de actividades varias y para todas las
edades. Así pues solo vinieron mis familiares más cercanos, amigos
más íntimos y los que tenían que acudir por temas protocolarios.
Al final resultó en una sala practicamente vacia y sin rostros
nuevos a los que presentarles mi trabajo. Pero es precisamente por la
facilidad con la que podría utilizar la palabra “fracaso” que
por una vez me permitiré la osadía de darle la vuelta a la
tortilla.
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Un momento de mi intervención |
Había preparado
algo especial basado en el humor con un giro inesperado hacia el
dramatismo al final pero dejando espacio a la parte didáctica y
literaria que anunciaba con eso de la “deconstrucción de un
relato”. Iba a estar respaldado por mi buena amiga Mariajo, el
ilustrador del último relato Albert Sarlé y como suelo hacer, con
mi propia hija leyendo una poesía al final. Pero esto último falló
ya que debido a una gripe no pude traérmela, viajé solo al final y
tuve que modificar a última hora el guion. ¿Pero he dicho ya que
iba a hablar en positivo?
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Viniéndome arriba |
A pesar de la
falta de asistencia y de lo improvisado de mi intervención, la cosa
fue un éxito. Las historias que conté al principio y al final
arrancaron risas y aplausos espontáneos del público, las partes más
técnicas parecieron interesar y las secciones que condujeron mis
compañeros salieron igualmente redondas. Mariajo es una de las
personas que mejor pueden hablar de mi debido a los años que
llevamos conociéndonos, además de que ella es toda una experta en
arte y Albert, aunque es un chaval muy tímido que nunca había
hablado en público, se desenvolvió de forma fluida y clara,
arrancando tanto risas como admiración del público.
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Y el momento de las dedicatorias |
Las ventas de
libros no fueron gran cosa, como se puede adivinar, pero como comenté
en el mismo acto, algunas veces debemos dejar atrás el tema
económico (aunque el dinero es necesario para sacar proyectos como
éste adelante) y quedarnos con aquello que el dinero no puede
comprar, como son las risas, las caras nuevas, los apretones de manos
y palmadas en la espalda y aprender con cada paso de este camino que
aunque incierto, resulta interesante de recorrer.