jueves, 6 de septiembre de 2018

Sobre la formación y la capacidad de formar (y algo de autobombo de paso)


Justo después de publicar mi primer libro, allá por el 2016 comencé a encontrarme con personas más expertas que yo en el campo de la literatura que me aconsejaron estudiar para depurar mi técnica, ya que tener buenas ideas y ser original, aunque forma una buena base, requiere de cierta formación para poder ser transmitido adecuadamente a los lectores y lectoras. Ni corto ni perezoso me dejé recomendar un libro que estaba basado en uno de esos métodos para “crear escritores” que tanto triunfan en los Estados Unidos y mi sorpresa fue mayúscula al descubrir que todos aquellos consejos, técnicas y ejercicios me resultaban tremendamente útiles. Yo partía de cero y por ello asimilé de golpe mucha información que aunque muy básica (supongo que más de un escritor experimentado podría poner en tela de juicio esa forma de enfocar la literatura, no lo sé), me situó a otro nivel. Pasé de ser un novato ignorante a un novato con cierta idea, y aunque en esta afición que es la escritura no hay un tope en el que puedas decir “ya lo sé todo”, sí me colocó un poco más cerca de poder decir “ya sé algunas cosas”. Como no, apliqué ciertas técnicas en mi segundo libro, marcando una diferencia creo que tangible, y aunque como no me cansaré de decir, todavía me considero un advenedizo, creo que he comenzado un camino que puede llevarme en la buena dirección.

¿Pero a qué viene todo esto? Ahora os lo explico.

Hace poco me propusieron impartir un pequeño taller de literatura para jóvenes aspirantes a escritor, a lo que yo accedí con rostro serio y seguro reservándome las expresiones de pánico para la intimidad. Dar un curso, taller o como quiera llamársele no es ninguna tontería; hay que prepararse para cualquier inclemencia, tener material de sobra, esquematizar cada clase, cada tema y sobretodo, ser capaz de conectar con alumnos y alumnas que como no, esperarán aprender sin aburrirse. Son muchas cosas. Cosas de las que me veo capaz pero que en algunos momentos me sobrepasan y me hacen pensar que me he metido en un jardín del que no voy a ser capaz de salir sin montar una destroza. Pero como me ha dicho alguien hoy mismo “el tener miedo significa romper barreras y eso es crecimiento” y yo tengo que crecer mucho todavía. Además... si puedo ayudar a alguien por el camino, mejor que mejor.

Por cierto, os dejo el cartel del taller por si alguien de la zona se anima a asistir.



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